La vida se resume en experiencias. Unas veces buenas, otras veces malas, pero experiencias que nos van formando como personas.
Algunas de esas experiencias nos marcan de por vida, nos ayudan a aprender, a reflexionar y a continuar la vida que nos ha tocado vivir o la que queremos vivir.
El hecho de plantearse actividades por montaña con amigos, familiares, conocidos, es en algunas ocasiones un nexo de unión, una excusa para conocernos mejor entre nosotros y nosotras, y para escapar de alguna forma de la rutina que algunas veces nos supera.
Esta vez tocaba un exigente recorrido por los pirineos. Pirineo Aragonés, Francés y Navarro. Esos pirineos que tantas veces nos han hecho disfrutar de paisajes únicos pero que en muchas ocasiones inaccesible para personas ciegas o con baja visión.
El objetivo era claro, pero a medida que pasaban las horas, ese “claro” objetivo fue cambiando.
Nuestra intención era acompañar a tres personas ciegas (una de ellas con baja visión) por un recorrido circular de 120 kilómetros y 8000 metros de desnivel emulando el recorrido que antaño realizaba la osa Camille. Pero lo que en un principio parecía que era, se quedo en algo muy diferente.
La asociación Montes Solidarios acompaña y hace accesible la montaña para personas ciegas y con baja visión, o personas con movilidad reducida, Pero todo va mucho mas allá de un mero guiado, de un acompañamiento.
Desde los primeros momentos la convivencia es importantísimas. Hasta tal punto que pasadas las primeras horas del inicio de la ruta, ya en nuestras mentes no existían las discapacidades, ni las diferencias entre unos y otros. Todos luchábamos por conseguir un sueño.
Ya no era el sueño de tres personas con discapacidad. Era el sueño de todo un equipo, cada uno con sus limitaciones, por completar una fantástica ruta de montaña y por convivir 24 horas al día durante 7 días, en condiciones algunas veces duras, con cansancio, mal durmiendo, y acumulando sensaciones diferentes a las que estamos poco acostumbrados a sentir.
El primer palo fue el abandono de una de las personas del equipo por problemas físicos, que afectó a todo el grupo, poniendo un poco mas el nervio encendido por el miedo a si éramos capaces de afrontar etapas de más de 8 horas día tras día.
Creo que después de esos momentos de pena, incertidumbre y miedo, cada uno se metió en su piel, para frotar de la mejor de las maneras la aventura.
Fueron transcurriendo los días, los kilómetros, el desnivel. Se fueron acumulando de forma pareja, el cansancio con las emociones. Íbamos quemando etapas con la alegría lógica de terminarlas en buenas condiciones, pero con la tristeza de saber que en algún momento se terminarían tan buenos momentos.
No podemos elegir un momento porque todos fueron los momentos.
Las etapas no tienen desperdicio ninguno. El lado Francés, espectacular. La vertiente Española más conocida por algunos de nosotros, no deja de sorprender por mucho que la conozcas.
Y las expresiones de felicidad de nuestros dos acompañantes ciegos, nos hacían ver que el objetivo cada vez estaba mas cerca.
Bueno...¿el objetivo era llegar a la ultima etapa?, o ¿no?
Los objetivos se van transformando según van surgiendo las emociones, las sensaciones y tantas charlas y comentarios sobre todo lo que se vivía.
No solo en la montaña. En los refugios, en el camino, en las paradas, en las cimas…
Todo era el objetivo. La montaña era la escusa que a todos nos gusta. Pero en realidad todos y todas buscábamos esa escapada, esas emociones que te permiten escapar de la rutina, del trabajo, de los problemas cotidianos…
La Senda Camille tiene una organización de lujo que te gestiona todo. Refugios, recorrido, enlaces… Todo lo necesario para poder disfrutarla en plenas condiciones. Pero nosotros queríamos apostar por un plus de seguridad contratando a un guía profesional ya conocido, y con el que hemos vivido mas aventuras similares como la del tour del Mont Blanc.
Empezó siendo un guía y terminó siendo uno más del grupo. Contagiado por la alegría y el esfuerzo de las personas ciegas. Por el compromiso y responsabilidad de los guías voluntarios de la asociación Montes Solidarios. Y por la satisfacción de los acompañantes de las personas ciegas que querían vivir esta experiencia con ellos.
Al final han sido kilómetros, desniveles, mucha montaña, muchos tramos donde no se veía a nadie. Sólo nosotros. Sin cables de alta tensión, viendo animales en su hábitat natural. Escapando de las tormentas. Surcando la niebla y protegiéndonos del implacable sol. Este tipo de cosas que todos y todas conocemos y que muchas veces hemos visto o apreciado.
Pero el ultimo día fue mucho más que todo eso. Fue alegría. Fue la emoción de todo el equipo satisfechos por completar una aventura que seguramente nos marcara de por vida. No por la dureza y por la belleza, si no por la unión y complicidad que en todo momento ha habido entre guía profesional, guías voluntarios, acompañantes y personas con discapacidad, para que este reto no fuera un reto mas.
La Senda Camille ha traído alegría a algunas personas que hacia tiempo no disfrutaban de la montaña en estas condiciones. Ha aportado tranquilidad a aquellas personas agobiadas por el estrés laboral. Ha aportado seguridad en aquellas personas que nunca hubieran pensado ser capaces de hacer algo parecido, y ha aportado un plus de amor y pasión por la montaña a esas personas que ya lo traían de serie.
Nos gusta completar retos. Pero no por el hecho de hacerlos, si no por vivirlos intensamente.
Ya estamos pensando en cual será el próximo y será muy difícil superarse. Pero todo depende de la ilusión de los participantes, porque da igual lo alta o baja que sea la montaña, da igual lo dura o fácil que sea la marcha, el reto esta en cada persona, y lo bonito es vivirlo y trasmitirlo al resto de participantes para que no sea solo un reto personal y se convierta en una aventura vital para todos y todas.
Gracias a la organización de La Senda Camille por tantas facilidades y ayuda prestada.
Gracias a todos lo participantes en esta Senda Camille.
Javier Rojas, Rafa Ledesma, Julia, Lola, Enrique, Alfonso, Jose Manuel, Aritz, Abel, Sonia, Rafa Miguelez, Iñaki, Yosu y Jose Arco.
Estas son experiencias vitales que nunca deben entrar en el olvido.
Único Objetivo Cumplir Sueños
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